Hoy me han robado un paquete de chicles. Qué raro. (Eeeehhh... Ironía). Alguien ha debido verme guardándolos en el bolsillo pequeño de la cazadora. Pienso descubrir quién es y meterle laxantes en la bebida...
Esto de escribir blogs se está poniendo de moda. Ha venido una chica de mi clase -cuyo nombre no debo pronunciar- y me ha dicho que ha leído mis escritos y que ha disfrutado mucho. Después me ha dado el título de su blog. Lo acabo de leer; me ha parecido interesante y me sorprende lo bien que escribe. Es gracioso lo poco que la conozco estando todos los días cerca, en clase, y cómo, a través de sus escritos, sé perfectamente la clase de persona que es.
Os dejo el enlace de algunos blogs que me han recomendado; seguro que os gustan:
Dorota.
Así se llama mi profesora de canto. Bueno... Dorota, Dórota o Dorotá... Aaaaghh, confieso que después de tres meses con ella dándome clases, aún no sé cómo se pronuncia su nombre. Es una chica polaca joven, de unos veintipocos años con una estatura normal y cuerpo potente. Tiene un corte de pelo rubio curioso, corto y muy moderno. Sus ojos azules, vivos, contrastan con el tono pálido de su piel. Su cara es risueña, con los párpados siempre maquillados ligeramente con sombras de tonos turquesas.
Estudió en un conservatorio; se especializó en piano y canto. Es típica persona con la que todo el mundo se siente cómodo porque es muy abierta y siempre tiene tema de conversación. Me río muchísimo con los ejercicios que me pone: me pide que cante la armonía de un tono mientras cojo una silla y la levanto en el aire, como si estuviera a punto de iniciar una batalla. Otras veces me dice: "¡Abre más la boca, Belén! ¡Como si vieras a un tío bueno y te quedaras flipando!"
Dorota dice que cantar no arregla los problemas, pero a veces los mejora. Y tiene razón. Recuerdo que, hace tres años, estaba con mis amigas en un campamento y llevábamos andando más de siete horas porque estábamos haciendo una excursión. A todo esto, viendo nuestras caras de agotamiento, una monitora nuestra se puso a mi lado y me dijo en bajito con sonrisa pícara: "Dime una canción que os guste". Yo me sorprendí con esta pregunta, pero sin vacilar, le contesté: "I'm yours, de Jason Mraz".
En cuanto la contesté, pegó dos saltos y empezó a cantar la canción que le había dicho. Al principio todas nos quedamos extrañadas, pero al poco tiempo la melodía se nos había metido en la cabeza y no nos resistíamos a entonarla también.
Al terminar esa canción, empezamos a cantar otras y el camino se nos hacía mucho más entretenido. Después de dos cortas horas, habíamos llegado a nuestro destino. No estábamos cansadas, ni mucho menos.
"Canta cuando estés feliz, canta cuando estés triste; no dejes de cantar nunca".
Uno de mis grupos favoritos, Mcfly, ha sacado una nueva canción llamada "Love is easy". La canción me encanta, y el videoclip ya me lo he visto como unas 29047638 veces, pero...
¿Esto es cierto? ¿Es fácil el amor? Yo pienso que no... El amor no es fácil. Cuando una relación va bien puede parecer que no existen preocupaciones -y así lo demuestran los componentes del grupo musical con la letra y con su videoclip, expresando tranquilidad y alegría- pero a la hora de la verdad, como humanos que somos, siempre hacemos algo mal y surgen las discusiones.
"Today I’m laughing the clouds away I hear what the flowers say Drinking a drop of rain And I see places that i have been Things that I’d never seen This side of the grass is green"
El problema es que muchas de las relaciones de hoy en día se basan en el contacto físico, y por eso duran tan poco o acaban con enfados y problemas. En cuanto te cansas del aspecto de tu "amado", buscas a otro que esté mejor y que sea más atractivo. Y todo esto -cómo no-, me lleva a hablar del matrimonio, uno de mis temas favoritos. Y qué hay más bonito que entregarte totalmente (alma y cuerpo) a la persona a la que amas. Hay gente que dice que el amor desaparece, pero no es así: el amor se transforma. El amor cambia; no es el mismo amor, por ejemplo, el que siente una persona al principio de un noviazgo (cada vez que le ves, mariposas vuelan en tu tripa y te entran los nervios), que el que siente un hombre que lleva cincuenta años con la misma señora. Este viejecito que he puesto como ejemplo se ha ido "acostumbrando" a ese amor y ha aprendido a querer a su mujer en todos los aspectos y con todos sus defectos: que si el pelo se le va llenando de canas, que si engorda, que si la dentadura postiza, que si las arrugas le cortan la piel...
El otro día me di cuenta de que en la definición de matrimonio ("unión de hombre y mujerconcertada mediante determinados ritos o formalidades legales"), no aparece por ningún lado la palabra 'amor'. Y es verdad, un matrimonio no tiene porqué quererse; triste, pero cierto. Pero, ¿a que es verdad que siempre se hace menos costoso conseguir algo difícil con alguien que te hace feliz? A nadie le gusta tener obligaciones, pero si tienes ahí a alguien que te apoya, como una buena amiga o un familiar, siempre se endulza la situación. A esto se refieren mis amigos Mcfly: el amor es fácil cuando estás verdaderamente enamorado.
"Whatever I do To watching the grey skies bloom Making the streets look new And the birds sing Tweedily tweet dee dee dee Tweedily dee dee dee And we know exactly what they mean"
Un buen matrimonio basado en el verdadero amor es algo precioso. No voy a deciros que con ello todo es de color de rosas porque os estaría mintiendo. En un matrimonio es normal que haya discusiones y se aprende a vivir con ello, pero en los momentos de alegría te sientes la persona más afortunada del mundo.
Una de las personas que nunca olvidaré es mi abuelo Matías. Murió cuando yo tenía tan sólo 6 años, pero le recuerdo perfectamente. Me acuerdo de cómo me cogía a caballito en sus hombros y de cómo se emocionaba con la música clásica. Me acuerdo también de las excursiones que hacíamos al parque de atracciones y de que nos compraba chicles en el kiosko de debajo del portal. Su mirada era tranquila y a la vez alegre y creo que de no ser por él, mis hermanos y yo no seríamos las personas que somos hoy.
Recuerdo también el día de su muerte. Mi familia y yo vivíamos en Inglaterra por aquel entonces y ese día mis padres iban a hacer un viaje a Francia. Al despertar, bajé a la cocina y me di cuenta de que mis padres aún no se habían ido. Sin muchas explicaciones, me dijeron que iban a ir a España porque el abuelo Matías había muerto. Fui llorando a buscar a mis hermanos para decírselo. Recuerdo subir las escaleras enmoquetadas con la visión borrosa por culpa de las lágrimas. No entendía cómo una persona se había marchado del mundo sin avisar y sin decir adiós. Pensar en que no volvería a verle en toda mi vida me rompía el corazón.
Mi hermana Marta -de un año menos- y yo, a pesar de nuestra edad, nos dábamos cuenta de lo sucedido y estuvimos mucho tiempo (o al menos se me hizo eterno) abrazadas esa mañana entre llantos y sollozos. Esa misma tarde cogí el primer papel que encontré (un post-it azul que había en el cuarto de mis padres) y con un boli de tinta negra, escribí con mi caligrafía de niña pequeña: "Matías, te quiero". Después salí al jardín y estuve largo rato tirando este papel en dirección al cielo; no conocía las leyes de la gravedad y creía que con la fuerza suficiente, el papel sería atraído de alguna forma por el viento y llevado allí arriba, donde supuestamente se encontraba mi abuelo. Quería que mi abuelo supiese lo que le quería y cuánto le iba a echar de menos. Hace dos años escribí una carta dirigiéndome a él, a ver qué os parece...
"Te fuiste. Así, de repente, sin avisar. Ahora estás "en un mundo mejor", como solías decirnos. A veces pienso en lo que podríamos haber conseguido juntos si tú siguieras aquí. A veces pienso en tu sonrisa, en tu dulce mirada de comprensión y en tus abrazos. Recuerdo ese "¡Hola pequeee!" que me dabas todas los fines de semana que nos veíamos. Recuerdo las castañas que nos comprabas paseando por Madrid. Recuerdo tu cara cuando te emocionabas al escuchar música clásica y el día en el que me enseñaste a montar en bici.
Ella, con la que pasaste tantos años, a veces me mira, sonríe y suelta una lágrima. Me acerco y me cuenta cosas sobre ti. Siempre dice que le gustaría que estuvieses aquí con ella para ver lo que hemos crecido; Para que veas que somos personas bellas por fuera y por dentro.
Sé que estarías -y que estás- orgulloso de todos nosotros, tus nietos, al vernos aprovechando bien la vida.
Y entonces, es cuando doy gracias a Dios, porque todo lo que somos, lo somos gracias a ti."
Olores de infancia. Yogur de coco. Volar cuando tu abuelo te coge en brazos. Chicles de fresa. Dormirse en un viaje largo en coche. Cantar la canción de un anuncio. La mirada de tu madre. La marca de bañador que queda en verano. La mezcla de morados, azules, rosas y naranjas en el cielo del atardecer. El libro que te tiene enganchado. El sonido de las olas. Concentrarte mucho para no olvidar un momento. Saborear intensamente tu última onza de chocolate. El vaho del espejo del baño. Los consejos de tu mejor amiga. Hundir los pies en la arena. La canción que te hace bailar. Mariposas al ver a quien te gusta. Tu primera cerveza. Las luces de tu ciudad. El día mas feliz de tu vida. Sonreír al verle sonreír. El picorcillo del Sol sobre la piel. Deja vû's. Fumar en invierno. La bandera de España. El juego del viento con tu cabello. Una taza de chocolate caliente. Fuegos artificiales en Navidad. Y recordar aquel día al ver la foto.
Ayer compré el nuevo álbum de Taylor Swift: "Red" . En mi opinión es el peor de sus discos porque sus canciones ya no demuestran lo que ella siente, sino lo que sus managers quieren que transmita a su público. Y no sólo lo noto yo; otros fans me han dado su opinión sobre Red y dicen exactamente lo mismo que yo: Taylor Swift se está "vendiendo"; está dejando que cambien su forma de ser, su imagen. Su música es cada vez "menos suya", con letras que sólo la convierten en otra de esas cantantes lascivas del siglo XXI.
Pero aun así sigue siendo una persona a la que admiro. Taylor Swift no era muy "popular" en el instituto -y fijaos hasta dónde ha llegado-, empezó a componer canciones a los 13 años y por lo que dice en ellas, se ve que es una persona que agradece lo que tiene y entiende el concepto de amor.
Hace poco leí que es la mujer que más capta la atención de los hombres y de las cámaras sin quitarse la ropa. Es muy elegante y viste de forma queexalta su feminidad, haciéndola más atractiva aún.
Si una persona es incapaz de respetar su propio cuerpo, ¿por qué van a respetarlo los demás?
Actualmente, la sociedad -la moda- nos educa de forma frívola, y lo único que importa es la "diversión", llamada también drogas, alcohol y sexo.
De pequeña recuerdo que tenía unas muñecas llamadas Bratz. No sé si os suenan, pero a mí me encantaban porque venían con muchísimos complementos y zapatos distintos con los que vestirlas. El verano pasado, haciendo limpieza de armario en mi antigua casa, encontré una de estas muñecas y estuve analizándola durante un tiempo. Me sorprendió cómo los diseñadores les marcan las curvas, les ponen maquillaje a lo bestia y les visten con minifaldas o camisetas que enseñan el ombligo. Los labios son sensuales y la mirada sólo demuestra deshonestidad. (Pinta puuuuuuuuta...)
Lo que quiero decir con todo esto es que a las chicas se nos dice desde los tres años que esto es la feminidad. Toda la publicidad, prácticamente, habla del cuerpo de la mujer y se dirige a las chicas diciéndoles que son demasiado gordas o demasiado delgadas para ser felices en la vida.
La televisión, los libros, la música, las revistas... Solo es una manera sibilina de cambiarte el pensamiento. ¿Y qué es lo que pretenden?
Pretenden que la sociedad se base en el materialismo, donde lo espiritual no importe, y así quitar a Dios del medio.
¡Buenaaas! Llevaba tiempo queriendo tener mi propio blog, pero he estado con exámenes, trabajos, canguros... ¡Por fin empiezo! Aún no tengo muy claro lo que voy a escribir, pero supongo que serán entradas de noticias, gente, música y cine.
He decidido llamar "Adictos a los chicles" a mi blog porque -aparte de haber puesto otros mil nombres anteriores y tener que cambiarlos ya que estaban siendo usados por otras cuentas- soy una compradora compulsiva de chicles y sé que muchos de vosotros también.
En mi cole las profesoras nos regañan por tomar tanto chicle; no entienden nuestra necesidad de masticar algo. De hecho, uno de los retos en clase es tomar chicle sin que te pille la profesora. La vergüenza te invade cuando tu tutora te pilla con bubble-gum; más que nada porque entre las 30 alumnas que somos en clase, de ellas probablemente 20 estén mascando chicle, y sólo te han pillado a ti, lo que significa que disimulas muy mal. Lo normal es que te mande tirarlo a la papelera o te ponga algún negativo, pero ya se ha rumoreado el caso de profesoras que cogen el chicle y te lo pegan al pelo.
Siempre ha habido profesionales a esto de los chicles, como por ejemplo Jimena Zalba, a la que hoy mismo la tutora le ha preguntado si estaba tomando chicle, y ésta, diciendo que no, ha conseguido esconder el gum con un juego de lengua magistral durante toda su exposición delante de la clase.
Por otro lado, las alumnas nos quejamos de los robos. Siempre hay alguna rata que abre las mochilas de las demás y se queda con lo que le gusta: los chicles. También roban libros que han perdido, algún boli de color fosforito, hasta roban cepillos de pelo... Pero eso no les produce satisfacción. Lo que les gusta a estas ladronas es saborear aquello que han quitado a la de al lado.
Pues bien... A ver si os gusta el sabor de mi nuevo blog.
P.D.: ya iré mejorando el diseño; soy nueva en esto...